martes, 22 de diciembre de 2009

Los simuladores cerebrales

“Te conozco como si te hubiera parido”. Quien te diga esto es que ha elaborado dentro de su cerebro un simulador de ti tal que le permite predecir tu reacción en función de los estímulos que recibas. Eso si, el simulador de ti que tenga cualquier otra persona siempre será de menor resolución que tú mismo.

“Nunca me lo hubiese esperado de él”. Cuando digo esto de alguien es que la predicción que realicé con mi simulador de esta persona en función de los estímulos que yo percibí que él había recibido no concuerdan con la realidad. Probablemente mi simulador de esta persona es de menor resolución que él mismo.

martes, 8 de diciembre de 2009

Discriminación

¡¡¡Discriminación positiva para todos YA!!!

viernes, 6 de noviembre de 2009

Autoreferencias

"¡Compañeros! ¡No dejeis que nadie os diga lo que tenéis que hacer!"

Y se quedaban tan panchos, todos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Esto es como todo

A mi me parece que son nuestros dispositivos animales (automáticos) los que están hechos para creer nuestras propias fábulas y es nuestro dispositivo racional el que se inventa las fábulas. No se si voy a conseguir explicarme.

Como seres humanos nacemos con el “disco duro” en blanco y, en parte, es eso lo que nos da la capacidad adptativa que nos ha hecho triunfar, hasta ahora, en la selección natural. Fuimos capaces de adaptarnos a casi cualesquiera que fuesen las condiciones del ecosistema y ha habido, y la sigue habiendo, gente viviendo en los rincones más inhóspitos del planeta.

El ser humano cuando nace no está preparado para unas condiciones específicas porqué puede nacer en cualquier parte del planeta. Por lo tanto, ¿qué hace un ser humano durante los primeros años de su vida? respuesta: aprender todo lo necesario para vivir en el sitio donde ha nacido. ¿Y como lo aprende? de su entorno, aprende a hacer lo que hacen sus padres, familiares, vecinos,... Y debe aprenderlo todo: el leguaje, lo que se debe comer y lo que no, cuando se debe comer tal o cual alimento y cuando no, lo que se debe, cuando se debe y donde se debe hacer tal o cual cosa (por eso las culturas pueden ser tan dispares como lo son los entornos en las que se dan).

Llega un momento en la historia del ser humano en el que se ha aprendido mucho “qué”, mucho “cual”, mucho “donde”, mucho “cuando”, pero casi ningún “porqué”. Saber los “qué”, “cual”, “donde” y “cuando” nos permite adaptarnos a las condiciones del lugar donde vivimos. Esto mismo hacen todos los mamíferos superiores, con la salvedad de que ellos necesitan menos aprendizaje para afinar y desplegar su potencial genético.

Cuando el ser humano trasciende su condición de mamífero superior, y añade la racionalidad a la bolsa de herramientas de que dispone para adaptarse al medio, empieza a entender los “porqués”, que se van añadiendo a la tarea de aprendizaje de los que van naciendo.

El ser humano consigue dominar la vida, es capaz de perpetuarse gracias a muchos “qués”, “cuales”, “dondes”, “cuandos” y cada vez más “porqués” que van aprendiendo las nuevas generaciones. Lo aprendido normalmente encaja, pero hay veces que no, ¿y por qué? Se preguntarían, y bajo mi humilde punto de vista aquí nacieron las religiones, cuando se encontraba un “porqué irresoluble” se asignaba a la categoría de sobrenatural. Y en este punto hay que darse cuenta de dos cosas: 1) Todos los “porqués” se van sumando con lo que la presencia de la “sobrenaturalidad” se va incrementando a medida que nos vamos encontrando con “porqués irresolubles", y 2) La búsqueda de “porqués” es ciencia y la asignación de “porqués” a sobrenaturalidades es religión. Nacen juntas ciencia y religión complementándose y pasando a formar parte de lo que es necesario aprender para vivir en el entorno que te ha tocado.

¿Qué es lo sobrenatural? Lo que no es natural y ¿qué es natural? Lo que puede explicar la ciencia, más o menos. Aunque a la vista de la progresión de los descubrimientos científicos podemos intuir que todo es natural, pero algunas cosas todavía no las comprendemos.

Pero también puede ser que me esté equivocando.


Esta reflexión fue provocada por este artículo "Estamos hechos para creer nuestras propias fábulas"